xEn el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio, resulta importante desmitificar creencias erróneas que rodean este delicado tema. El suicidio es una de las principales causas de muerte a nivel global, y muchas veces las ideas equivocadas sobre las causas, señales de advertencia y formas de intervenir pueden dificultar la prevención efectiva. Derribar estos mitos no solo salva vidas, sino que también promueve una comprensión más profunda sobre la importancia del acompañamiento y la salud mental. En esta nota, diez de los mitos más comunes sobre el suicidio que deben ser observados para avanzar hacia una sociedad más empática y consciente.Mito 1: “El que dice que se va a suicidar en realidad no lo hará”Este mito es uno de los más peligrosamente extendidos y completamente erróneo. La realidad es que muchas personas que contemplan el suicidio expresan de manera directa o indirecta su intención de poner fin a su vida. Aproximadamente 9 de cada 10 personas que se suicidan han dado señales claras de sus intenciones previamente, ya sea a través de palabras, amenazas, cambios de comportamiento o gestos. Ignorar estas advertencias bajo la creencia de que “solo lo dicen para llamar la atención” puede privar a esas personas del apoyo que necesitan en un momento crítico. Las señales pueden manifestarse de diferentes maneras, desde comentarios desesperados o negativos sobre la vida hasta actitudes de despedida, como regalar pertenencias importantes o aislarse socialmente. Escuchar y tomar en serio cualquier indicio puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.Mito 2: “No desean morir, solo quieren llamar la atención”Asumir que alguien que habla de suicidio solo busca “llamar la atención” minimiza una realidad profundamente dolorosa. Este tipo de afirmación reduce una situación crítica a un capricho, cuando en realidad lo que está ocurriendo es una expresión de sufrimiento intenso. Los especialistas en salud mental subrayan que quienes contemplan el suicidio no ven otra salida ante un dolor emocional abrumador. Han llegado a un punto donde sus mecanismos de adaptación han fallado, y el suicidio se presenta como la única opción visible para acabar con el sufrimiento.Lejos de ser un intento superficial de captar la atención, estas expresiones de angustia representan un grito de ayuda. Subestimar estos signos puede perpetuar el aislamiento de la persona y alejarla aún más de las redes de apoyo que pueden salvar su vida. Cada llamado de atención sobre pensamientos suicidas debe ser tomado con la mayor seriedad, ya que puede ser la última oportunidad para intervenir y ofrecer la ayuda necesaria antes de que la persona sienta que no tiene más opciones.Mito 3: “Si realmente hubiera querido suicidarse, lo habría hecho”Este mito refleja una incomprensión profunda del comportamiento suicida. La eficacia del método utilizado en un intento de suicidio no es un indicador directo de la intención o el deseo de morir. Un intento de suicidio, sin importar el medio empleado, debe considerarse siempre como una señal de alarma extremadamente grave. Incluso cuando el método puede parecer inofensivo o no letal, el simple hecho de que alguien haya llegado a ese punto es una clara indicación de que está enfrentando un sufrimiento emocional insostenible.Los especialistas advierten que sin el tratamiento adecuado, una persona que ha hecho un intento puede optar por un método más letal en el futuro. No se debe subestimar la gravedad de un intento fallido, ya que el riesgo sigue presente, y el tiempo es un factor clave. Es fundamental intervenir de inmediato con apoyo psicológico y médico para evitar una posible recurrencia. El tratamiento y el seguimiento pueden ser la diferencia entre detener el ciclo de pensamientos suicidas y permitir que estos se agraven hasta un desenlace fatal.Mito 4: “Si alguien se recupera de una crisis suicida, ya no corre riesgo de recaer”Creer que una persona está fuera de peligro simplemente porque ha superado una crisis suicida es un error que puede tener consecuencias fatales. Los especialistas subrayan que el riesgo de suicidio no desaparece automáticamente tras una aparente recuperación. De hecho, casi la mitad de las personas que han atravesado una crisis suicida y terminan consumando el suicidio lo hacen durante los primeros tres meses después de la crisis, un periodo en el que muchos creen que el peligro ha pasado.Es crucial entender que una crisis suicida es solo la punta visible de un proceso de sufrimiento que puede haberse desarrollado durante años. La recuperación no es instantánea ni garantiza que los pensamientos suicidas no vuelvan a aparecer. Por eso, es esencial brindar un seguimiento constante y todos los cuidados necesarios, incluso cuando la persona parece estar mejor. Mito 5: “Toda persona que se suicida está atravesando una depresión”Si bien la depresión es uno de los factores de riesgo más comunes asociados al suicidio, no todas las personas que se suicidan están necesariamente deprimidas. Este mito simplifica una realidad mucho más compleja. El suicidio puede estar relacionado con una variedad de trastornos mentales, situaciones traumáticas o crisis emocionales que no siempre implican una depresión diagnosticada. Condiciones como la ansiedad severa, el trastorno bipolar, la esquizofrenia, los trastornos de personalidad, o incluso el sufrimiento agudo ante un evento traumático, pueden también llevar a una persona a contemplar el suicidio.Mito 6: “El suicidio es algo que se hereda”El suicidio en sí mismo no es hereditario, pero existe una confusión común al respecto. Lo que puede transmitirse genéticamente no es la tendencia al suicidio, sino una predisposición a padecer ciertos trastornos mentales que, en algunos casos, pueden aumentar el riesgo de conductas suicidas. Enfermedades como la depresión mayor, el trastorno afectivo bipolar o la esquizofrenia, que pueden ser factores de riesgo para el suicidio, tienen un componente genético, lo que significa que algunos individuos podrían ser más vulnerables a desarrollar estos problemas de salud mental.Además de esta predisposición biológica, también puede existir una “herencia” cultural o psicológica cuando un miembro de la familia se ha suicidado. En estos casos, los comportamientos suicidas pueden ser percibidos como una posible opción frente a situaciones de angustia, lo que a veces es denominado como un “permiso” implícito.Mito 7: “Para intentar suicidarse hay que ser un cobarde o un valiente”Asociar el suicidio con conceptos como cobardía o valentía es una simplificación dañina y equivocada. Los expertos subrayan que el suicidio no tiene nada que ver con el coraje o la falta de él, sino con un profundo sufrimiento emocional. Las personas que intentan suicidarse están atravesando una crisis tan abrumadora que ven en la muerte una solución, no por cobardía ni por valentía, sino porque sus mecanismos para enfrentar el dolor han colapsado.Este mito no solo perpetúa el estigma en torno al suicidio, sino que también impide que quienes sufren busquen el apoyo necesario por miedo a ser juzgados. Reenfocar la conversación hacia la comprensión y el acompañamiento puede marcar la diferencia en la vida de una persona en crisis.Mito 8: “El suicidio no se puede prevenir, es algo que ocurre por impulso”El suicidio rara vez es un acto impulsivo y suele estar precedido por una serie de señales que, si se detectan a tiempo, pueden ayudar a prevenirlo. Aunque muchas de estas señales pueden ser difíciles de identificar, los expertos enfatizan que no aparecen de la noche a la mañana, sino que forman parte de un proceso. Entre los síntomas más comunes se encuentran el aislamiento, pensamientos negativos persistentes, desesperanza, irritabilidad, retraimiento emocional, cambios súbitos de comportamiento o en las relaciones, ansiedad e incluso auto-desprecio.En algunos casos, las personas en riesgo pueden expresar fantasías suicidas de manera indirecta, utilizando frases metafóricas como “me quiero ir de viaje y no volver más”, mientras que en otros casos pueden ser más directas, confesando abiertamente sus pensamientos suicidas. Estos signos de alerta pueden ser difíciles de notar, pero es fundamental estar atentos a los cambios emocionales y de comportamiento. El suicidio no es un evento instantáneo; es un proceso que, con la intervención adecuada, puede ser prevenido antes de que se llegue a una decisión fatal.Mito 9: “Hablar del suicidio puede incitar a una persona en riesgo”Lejos de aumentar el riesgo, hablar sobre el suicidio puede ser una herramienta crucial para reducirlo. En realidad, la comunicación abierta sobre los pensamientos suicidas puede ofrecer a la persona en riesgo una oportunidad valiosa para expresar sus emociones y explorar sus intenciones en un entorno seguro. Esta conversación puede servir como una forma de liberar la tensión psicológica que acompaña a la ideación suicida y ayudar a la persona a sentirse comprendida y apoyada.La escucha activa juega un papel fundamental en este proceso. Al ofrecer una escucha atenta y empática, se valida la experiencia de la persona y se le proporciona un espacio para compartir su dolor sin juicio. Mito 10: “Para acercarse a una persona en crisis suicida hay que estar preparado”Es un error pensar que solo los profesionales están capacitados para intervenir en una crisis suicida. En realidad, cualquier persona puede desempeñar un papel valioso en la prevención del suicidio. Los expertos señalan que lo más importante es ofrecer apoyo sin juzgar, criticar, contradecir, desvalorizar o minimizar los problemas o sentimientos de la persona en crisis.El objetivo principal es brindar un espacio de empatía y comprensión, ayudando a la persona a explorar otras posibles soluciones y alternativas a sus pensamientos suicidas. Aunque no es necesario tener formación profesional para apoyar a alguien en crisis, es crucial mantener una actitud de apertura y respeto. A veces, solo el hecho de sentirse escuchado y comprendido puede ser un primer paso vital hacia la búsqueda de ayuda profesional y la recuperación.