xCámara de Senadores. Legisladores de la UCR, el PJ y el PRO, entre otros, aprobaron su propio aumento de sueldos.
Al presidente Javier Milei hay que agradecerle haber insertado en el léxico político y periodístico el término “casta”. A partir de su litigio contra lo que definió como un problema nacional -mucho antes de llegar a la Casa Rosada- y lo eligió como oposición, podemos hacerle reconocimientos y contraponer sus exclamaciones con su praxis política y la de quienes integran La Libertad Avanza (LLA). Para este recorrido -anhelo que puedan seguir sin tropiezos lo expuesto, pero pudiendo disentir y con discusiones a esta subjetividad, claro- se rescatan ideas, conceptos y definiciones de  La rebelión de las masas, obra de José Ortega y Gasset publicada en 1930, pero con referencias a 1926-1928. 
Antes de avanzar se advierte que, para el caso, se omitirán discusiones sobre el elitismo e individualismo profesados por el filósofo en el transcurso del texto y también sobre la época en la que lo escribió. El desafío es reemplazar “masas” por “casta”, y citar algunos casos que fueron elegidos del banquete servido en el gran mesón de la política nacional los últimos 7 días, y alguno anterior que sirve como apoyatura. 
El parafraseo del título de este artículo de opinión con el del libro, propone una parodia de la casta y sus representaciones, buscando un equivalente entre lo que para Ortega y Gasset era una amenaza, el hombre-masa, y la casta, denunciada por Milei, de la cual ahora es parte y se retribuye, y por lo cual se propone adjudicarle la referencia de “hombre-casta”.   
El enlace contempla la visión de un escritor liberal con un político libertario. Este último dijo que si era electo iba a ir contra los privilegios de la casta, que no iba a aumentar impuestos a los trabajadores y que si mentía se iba a cortar un brazo. Hay quienes confesaron que están esperando que el Presidente elija qué brazo va a conservar. A cuatro meses, las señales de confrontación con ella son las menos, o meramente discursivas, y en escalera mecánica ascienden los mimos hacia el selecto grupo que integra la casta política: funcionarios de los poderes Ejecutivo, Judicial y Legislativo. Los empresarios de distintos rubros, nacionales y transnacionales, también son casta y están estrechamente vinculados a los políticos, pero sobre ellos la lupa se pondrá en otra entrega. 
“La política se apresura a apagar las luces para que todos estos gatos resulten pardos”, escribió Ortega y Gasset, por eso vamos a prender los reflectores para que todos puedan verlo. Y añade unos interrogantes que son útiles para ahondar en el hombre-casta: “¿Se puede reformar este tipo de hombre? Quiero decir: los graves defectos que hay en él, tan graves que si no se los extirpa producirán de modo inexorable la aniquilación de Occidente, ¿toleran ser corregidos? Porque, como verá el lector, se trata precisamente de un hombre hermético, que no está abierto de verdad a ninguna instancia superior”. 
Veamos pues lo que nos dejó la última semana. El miércoles 17, todas las redes sociales y las páginas de noticias difundieron que el vocero presidencial, Manuel Adorni, fue ascendido a secretario de Estado. Era subsecretario, y con el aumento de jerarquía se lleva unos pesos más a su cuenta, porque, hay que decirlo, su injerencia no cambia. Alrededor de $4.000.000 recibirá del Estado todos los meses el vocero, mientras que el Gobierno, que defiende todas las mañana en conferencia de prensa, les paga a los jubilados en dos partes una cifra que no les alcanza para comer y comprar medicamentos.    
xLibertarios. El vocero Manuel Adorni y el presidente Javier Milei.
La falta de empatía del Gobierno tuvo su segunda demostración el 18 de abril. El jueves pasó algo que sucedió desde 1983, gobiernen radicales, peronistas y republicanos, como es el aumento de sueldos de la selecta minoría que son los representantes del poder público. Ese día fue el turno de los senadores nacionales. Como rara vez sucedió, el hecho provocó más ruido del que estamos acostumbrados porque dejó expuesta una contradicción, pero también una rebeldía.
Milei apuntó contra los senadores desde su cuenta de X: “Así se mueve la casta”, publicó. A ese mensaje le añadió contexto, afirmando que “los únicos 7 que votaron en contra son los senadores de La Libertad Avanza” y aseguró que por esa actitud, “el 2025 será paliza histórica”. Sin embargo, el Presidente volvió a ser desmentido  -como sucedió con el Jumbo Bot, que dicho sea de paso se informa que la cuenta fue “suspendida”- porque el sanjuanino Bruno Olivera Lucero, senador de la LLA, firmó el proyecto para aumentar los salarios. A esa contradicción se le suman la de los aliados y defensores de la gestión actual porque a pesar del pedido de “un esfuerzo” del Ejecutivo, los miembros del Legislativo, con aval de la vicepresidente Victoria Villarruel, se aumentaron los salarios.
xProyecto de Resolución. El documento del Senado con la firma del legislador de LLA, Bruno Olivera Lucero.
Como el tema tomó más peso del que supo tener en otros gobiernos, por el crítico momento de la economía con cada vez más pobres en los cuadros de Excel, no faltaron arrepentidos que ahora se niegan a percibir más pesos por una labor que debe ser bien paga. Y aquí calza un concepto ampliado por Ortega y Gasset: los demagogos. “La primera condición para un mejoramiento de la situación presente es hacerse bien cargo de su enorme dificultad. Sólo esto nos llevará a atacar el mal en los estratos hondos donde verdaderamente se origina. Es, en efecto, muy difícil salvar una civilización cuando le ha llegado la hora de caer bajo el poder de los demagogos. Los demagogos han sido los grandes estranguladores de civilizaciones. La griega y la romana sucumbieron a manos de esta fauna repugnante que hacía exclamar a Macaulay: «En todos los siglos, los ejemplos más viles de la naturaleza humana se han encontrado entre los demagogos». Pero no es un hombre demagogo simplemente porque se ponga a gritar ante la multitud”, escribió el liberal. 
Lejos de intentar defender o defenestrar la ‘paritaria’ pública y a mano alzada, de la cual fueron cómplices el PJ, la UCR y el PRO, entre otros, se le reconoce la rebelión. Por eso se plantea que, a pesar del mandato presidencial de ajustar gastos, los senadores, miembros de la casta política, se rebelaron y los vimos levantar la mano -aunque no era necesario- enfrentando la voluntad del Ejecutivo. Mención especial merece el presidente de la UCR, el senador Martín Lousteau, quien en una actitud de desentendido y distraído elevó tímidamente su brazo para respaldar el aumento, mientras dialogaba con su par  Guadalupe Tagliaferri. ¿Vergüenza o tibieza? Más allá del radical, hubo rebelión de la casta.   
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El hecho configuró un nuevo problema interno en la casta, pero los más preocupados por seguir el tema fueron los libertarios porque son ellos quienes levantan la bandera de austeridad del gasto público. Tal es así que el propio Presidente le dio continuidad, incluso compartió en su cuenta de X una imagen en la que alude a los senadores como ratas.
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“La demagogia esencial del demagogo está dentro de su mente y radica en su irresponsabilidad ante las ideas mismas que maneja y que él no ha creado, sino recibido de los verdaderos creadores”. Ese apartado de Ortega y Gasset es oportuno para recordar que el hombre-casta también se aumentó el sueldo. No levantó la mano ni fue televisado, pero el hecho lo denunció por X la diputada nacional Victoria Tolosa Paz, los primeros días de marzo.
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Tras haber sido señalado en Off Side, Milei esbozó una defensa y argumentó una resolución de la expresidente Cristina Fernández, y ésta le retrucó –al igual que Tolosa Paz- con documentos digitales que en el decreto de aumento salarial estaba su firma y la de funcionarios del gobierno de  la Libertad Avanza.
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Si Milei pretende una revolución libertaria, se observan muchas complicaciones para seguir una línea de coherencia y homogeneidad en un mismo espacio. Ortega y Gasset sostiene que por revolución se puede entender “lo que ya Leibniz llamaba una «revolución general», la voluntad de transformar de un golpe todo y en todos los géneros”. Algo que a Milei le está costando. “En las revoluciones intenta la abstracción sublevarse contra lo concrete; por eso es consustancial a las revoluciones el fracaso”, le advierte el liberal al libertario. En sentido, es oportuno releer: “Ser de la izquierda es, como ser de la derecha, una de las infinitas maneras que el hombre puede elegir para ser un imbécil: ambas, en efecto, son formas de la hemiplejía moral. Además, la persistencia de estos calificativos contribuye no poco a falsificar más aún la «realidad» del presente, ya falsa de por sí, porque se ha rizado el rizo de las experiencias políticas a que responden, como lo demuestra el hecho de que hoy las derechas prometen revoluciones y las izquierdas proponen tiranías”.
En La rebelión de las masas, el autor enaltece el rol de la monarquía en Inglaterra. Sostiene que ella es una representación simbólica. Si trazamos un paralelismo forzado, el ajuste o la austeridad son para la LLA lo que la monarquía es para Inglaterra. Es que ese intangible, esa abstracción política, les demanda cumplir lo que dicen para dar una señal, un carácter simbólico con el propio bolsillo, porque – más allá de no tenga alto impacto en los números finales del equilibro fiscal- , hasta ahora, los argentinos vimos y experimentamos más políticas que suprimen el poder adquisitivo de los trabajadores comunes y corrientes que el de la casta. 
Volviendo al jueves 18, ese mismo día el juez Ariel Lijo recuperó escena en los medios de comunicación. El ejemplar representante de la casta judicial, que fue propuesto por el Presidente para integrar la Corte Suprema, incurriendo en otra contradicción, fue designado, por sorteo, como autoridad para tratar la denuncia que el periodista Jorge Lanata le hizo a Javier Milei por  la presunta comisión del delito de “injurias”. La causa se sorteó y cayó  en Juzgado Federal N°4, a cargo Lijo. Tras conocer esto, el periodista, que hizo la denuncia por sentirse acusado públicamente de “ensobrado” y “mentiroso”,   expresó: “Me dio risa”. El caso de Lanata no es el primer ataque de Javier Milei a la prensa desde que es el presidente de la Nación, y no por ello es menos grave, todo lo contrario, demuestra una continua y virulenta actitud hacia la libertad de expresión. Las contemplaciones que el primer mandatario exige no son propias de un buen entendedor del rol que ocupa.
El hombre-casta volvió a contradecirse el viernes 19 cuando se conoció, a través del Boletín Oficial, que modificó la Ley de Ministerios mediante el DNU 337/2024. Con ese cambio aumentó el gasto del Estado, que dice disminuir, y mediante el Decreto 301/2024 (del 8 de abril) ascendió a ministra a su hermana Karina Milei, alias “El Jefe”.  “Las personas a cargo de las Secretarías General, Legal y Técnica y de Prensa, dependientes de la Presidencia de la Nación, tendrán rango y jerarquía de Ministro”, reza el documento por el cual Karina Milei dejó de ser secretaria, pasó a ser ministra y, con ello, a percibir más pesos del Estado en su CBU. Otro episodio de rebelión de la casta contra los que no califican para casta y con la rúbrica del hombre-casta.
xPresidente y ministra. El jefe de Estado, Javier Milei, le aumentó el rango de funcionaria a su hermana, Karina Milei, y por ello cobrará un mayor sueldo.
“Creo que las innovaciones políticas de los más recientes años no significan otra cosa que el imperio político de las masas”, escribió Ortega y Gasset. Ahora vuelvan a leer y reemplacen “las masas” por “la casta”. El mismo ejercicio se encomienda con lo siguiente: “Hoy asistimos al triunfo de una hiperdemocracia en que la masa actúa directamente sin ley, por medio de materiales presiones, imponiendo sus aspiraciones y sus gustos”. En cambio, lo que sigue debe leerse tal cual expresa el autor: “Es falso interpretar las situaciones nuevas como si la masa se hubiese cansado de la política y encargase a personas especiales su ejercicio. Todo lo contrario”. La masa enfrenta al hombre-casta.
“Masa rebelde”, es un término que emplea el autor para aludir a quienes “sin previo esfuerzo” se creen con derecho de opinar sobre lo que desconocen. A nuestro relato lo adaptamos. El hombre-casta “se siente perfecto. Un hombre de selección, para sentirse perfecto, necesita ser especialmente vanidoso, y la creencia en su perfección no está consustancialmente unida a él, no es ingenua, sino que llega de su vanidad, y aun para él mismo tiene un carácter ficticio, imaginario y problemático. Por eso el vanidoso necesita de los demás, busca en ellos la confirmación de la idea que quiere tener de sí mismo”.
El hombre-casta “ha abusado de la palabra, y por eso ha caído en desprestigio. Como de que la palabra es un sacramento de muy delicada administración”. El Presidente debe entenderlo, ya no es el asesor de droguerías y empresas de difícil ubicación en Google Maps porque “se advierte el progresivo triunfo de los seudointelectuales incualifícados, incalificables y descalificados por su propia contextura”, señala Ortega y Gasset; una descripción que pinta un cuadro con colores similares a lo que ofrece hoy el paisaje de la Argentina.
Más allá de las contradicciones del hombre-casta y la rebelión de la casta aquí expuesta, “la salud de las democracias, cualquiera que sean su tipo y su grado, depende de un mísero detalle técnico: el procedimiento electoral”, y si bien él y los senadores llegaron a esos lugares por los votos de una mayoría temporal, hay que invitarlos a “¡convivir con el enemigo! ¡Gobernar con la oposición!” y respetar al periodismo.
 
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