xJuan Carlos Tuyaré.
Señala el texto bíblico que había un joven que se llamaba Lázaro y tenía dos hermanas, una se llamaba Marta y la otra María, los tres eran muy unidos entre sí y vivían en una aldea cercana a Jerusalén, conocida como Betania. En ocasiones Jesús había estado en la casa de ellos, y María fue la que ungió con perfume sus pies y luego los secó con sus cabellos.
Lázaro estaba enfermo y finalmente murió, le avisaron a Jesús y dos días después regresó a Betania para ocuparse del tema. Cuando llegó le dijeron que ya hacía cuatro días que estaba en el sepulcro, cosa que en la mente de las hermanas generó incredulidad respecto a los que se podría hacer.
Muchas veces la fe decae
Las hermanas habían visto los milagros que Jesús había hecho entre la gente del lugar, motivo por el cual sabían que era capaz de hacer cosas imposibles. Sin embargo, Marta le dijo: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto; pero recurriendo al poco de fe que le quedaba, le dijo: más también sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Entonces Jesús, profundamente conmovido, porque Lázaro había sido su amigo, vino al sepulcro. Era una cueva, y tenía una piedra puesta encima. Les dijo a los presentes que quitaran la piedra de donde habían puesto al muerto, y liberado el acceso, clamó a gran voz: ¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desátenlo y déjenle ir.
Aprendemos varias cosas
De este pasaje bíblico aprendemos varias cosas. La primera, que Jesús tiene poder para resolver dificultades, a pesar que siempre se suele decir que cualquier problema tiene solución, menos la muerte; El rompió esa regla de pensamiento humano.
Lo segundo, el soluciona cosas que no podemos resolver, pero las que podemos debemos hacerlo nosotros, como por ejemplo sacar la piedra del sepulcro, o desatarle a Lázaro de su mortaja. No todo lo debe hacer Dios, hay cosas que debemos hacerlas nosotros.
Cuando Israel salió liberado de Egipto, no pasaron muchos días en que el pueblo se comenzó a quejar porque no tenían que comer en el desierto, ellos preferían haberse quedado en Egipto porque allí sobraba la comida.
En esa ocasión les hizo caer del cielo el maná, parecido a una semilla de culantro, una plantita que tiene entre 40 y 60 centímetros de alto, y es originaria del norte de África y el sur de Europa, y su sabor parecía una mezcla de miel con aceite nuevo. El pueblo los recogía y lo molía en molinos o en morteros y los cocinaban en caldera, o hacían tortas. 
Siempre debemos poner nuestro esfuerzo
Siempre se asoció al maná con el pan del cielo, pero sin embargo, el pan no caía hecho, sino que el pueblo tenía que trabajarlo al maná y cocinarlo y allí se transformaba en pan o torta. Volvemos a lo mismo, Dios hace su parte y nosotros la otra. No podemos estar cruzados de brazos ante los problemas, debemos enfrentarlos sabiendo que no existe ningún problema superior a Dios.
Tu adversario el diablo, quiere dejarte “fuera de combate” cuando decís frases como: “yo ya hice mi parte, que siga otro”; “hasta acá llegué”; “este país no tiene arreglo”. Esta actitud produce envejecimiento prematuro, depresión, enfermedad, muerte en vida. No dejes que las circunstancias adversas te atropellen, enfréntalas!!